No somos conscientes de hasta que punto nuestras emociones influyen y cambian nuestra genética.
Un pensamiento negativo produce una emoción y nuestra reacción se traduce en miedo o amenaza, a la vez que nuestro organismo responde activando el CORTISOL.
Según sean nuestras emociones, así serán nuestros genes: tranquilos, felices, mosqueados, serenos...
Ese alto nivel de alerta que provoca la ansiedad en nuestro interior, dispara el CORTISOL y a su vez puede tener múltiples reflejos físicos: migrañas, temblor de párpados, color irritable, intolerancias, fibromialgia, contracturas, insomnio.... Por el contrario, el cerebro ilusionado transforma, ilumina, reactiva la sangre.
La verdadera felicidad se aleja de las satisfacciones instantáneas que nos mantienen en alerta ante el mundo digital.
Ahorremos CORTISOL!!! nuestra salud lo agradecerá.
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