Esperamos con ansiedad las merecidas vacaciones para cambiar de hábitos y escenarios, planificando actividades e imaginando situaciones que muchas veces terminan siendo una invención de nuestra mente sin llegar a disfrutarlas de una manera consciente.
Identificamos la felicidad con la ausencia de trabajo, y cuando lo perdemos somos infelices...
Hagamos que siempre sea verano, encontremos en nuestra rutina diaria un cromatismo que nos traiga paz y serenidad. La verdadera felicidad debe enraizar en nuestro interior y no puede depender de estados vacacionales ni de fuertes emociones superficiales más o menos relacionadas con la adrenalina.
Sintamos más y pensemos menos, utiliza tu verano para realizar cambios e implantar hábitos saludables con tesón, para que nos acompañen el resto del año y así evitar la crisis posvacacional.
Funciona!!!
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